Los bioestimulantes son sustancias que promueven la nutrición y protección de los cultivos, facilitando el metabolismo de las plantas para que concentren su energía en el crecimiento, la floración y la producción de frutos. Esta solución adquiere relevancia, especialmente ante la proximidad de un nuevo fenómeno de El Niño.

Estos compuestos representan una herramienta suplementaria para el cuidado y la alimentación de los cultivos. Además de mejorar su metabolismo, contribuyen a la resistencia de las plantas frente a circunstancias adversas como sequías o ataques de plagas.

En un contexto donde la producción de alimentos se enfrenta al reto de una población creciente y a la escasez de recursos alimentarios, los agricultores también deben lidiar con los efectos del cambio climático, que incluyen periodos de sequías intensas y precipitaciones abundantes.

En esta coyuntura, los bioestimulantes emergen como una opción que permite a las plantas dedicar su energía al desarrollo y la producción, en lugar de destinarla a combatir factores externos. Son un complemento adicional, similar a las vitaminas que requieren las plantas para canalizar su energía hacia la producción de alimentos de alta calidad. Su aplicación puede aumentar el rendimiento genético de los cultivos hasta en un 60%.

Las razones fundamentales para la incorporación de los bioestimulantes son:

Reducción del estrés externo, una preocupación común para todos los agricultores, sin importar su ubicación geográfica o el tipo de cultivo.

Mayor eficiencia en la absorción de nutrientes, lo que se traduce en una producción más abundante con la misma cantidad de recursos, además de reducir las pérdidas de fertilizantes.

Mejora en la calidad de los productos, asegurando que lleguen a los consumidores en óptimas condiciones.

La empresa Yara introduce esta innovadora solución en un momento crítico, durante los meses de mayor impacto del fenómeno de El Niño, cuando los cultivos enfrentan un estrés externo que disminuye su productividad. Miguel Amado, director de desarrollo de negocios para la Región Andina de Yara, explicó que esta solución se lanza en un período donde se espera un aumento en las temperaturas debido a El Niño, lo que puede afectar negativamente cultivos como el arroz, la soya, el aguacate, el banano y la palma.

El componente principal de los bioestimulantes es la Ascoplhyllum Nodosum, un tipo de alga que sobrevive en condiciones extremas, alternando entre inmersiones en agua y exposición al sol y al frío profundo. Esta capacidad le permite producir compuestos resistentes a niveles elevados de estrés, los cuales benefician a las plantas.

Entre sus ventajas adicionales, los bioestimulantes también contribuyen a la agricultura regenerativa al aumentar la actividad biológica del suelo, el desarrollo de las raíces y la eficiencia en la utilización de nutrientes. Yara tiene como objetivo alcanzar a 10.000 agricultores y más de 1.000 establecimientos agrocomerciales en el próximo semestre, con una expectativa de ventas de 7.000 litros a nivel nacional.

La distinción principal entre un bioestimulante y un fertilizante radica en sus mecanismos de acción. Aunque ambos contienen nutrientes, los bioestimulantes operan de manera diferente a los fertilizantes. La característica distintiva de un bioestimulante es su formulación rica y compleja, que busca dos objetivos esenciales:

Crear un producto con una matriz compleja en la que el equilibrio de sustancias es crucial.
Tener una parte activa en el producto que funcione como catalizador, sustrato o reactivo de reacciones metabólicas.
En resumen, un bioestimulante busca influir en las reacciones bioquímicas naturales de las plantas en la dirección deseada. No reemplazan a los fertilizantes, sino que pueden emplearse en conjunto para potenciar el crecimiento y la salud de las plantas. Proporcionan protección adicional contra el estrés, optimizan la eficiencia en el uso de nutrientes y mejoran su absorción.

Fuente: contextoganadero.com