La Sigatoka negra, una enfermedad foliar causada por el hongo Mycosphaerella fijiensis, representa la principal limitación en la producción mundial de plátanos y bananos. Esta enfermedad afecta el área foliar de las plantas, lo que resulta en racimos y frutos más pequeños en comparación con plantas sanas. Además, infecciones severas de la Sigatoka negra provocan la madurez prematura de los frutos.

Los síntomas de la Sigatoka negra pueden clasificarse en seis estados, según la escala de Fouré. Estos incluyen lesiones pequeñas de color blanco-amarillento a marrón en el envés de las hojas, rayas cloróticas de color marrón, manchas ovaladas de color café y negro en las hojas, y manchas con centro seco y hundido de color marrón claro rodeadas de tejido clorótico.

La enfermedad se desarrolla en condiciones climáticas específicas, variedades susceptibles y manejo del cultivo. Las zonas más afectadas tienen una precipitación anual superior a 1.400 mm, alta humedad relativa y temperaturas promedio entre 23 y 28 °C. La enfermedad es más agresiva durante las épocas lluviosas debido a la presencia de agua sobre las hojas, lo cual favorece la liberación e infección de las esporas del hongo.

El manejo de la Sigatoka negra se realiza a través de un enfoque integrado que combina diferentes prácticas. Estas incluyen el control cultural, que busca reducir las fuentes de inóculo y mejorar las condiciones del cultivo, como el uso de material de siembra certificado, la construcción de drenajes, la siembra de cultivos asociados, la aplicación de fertilizantes y el manejo de malezas, plagas y otras enfermedades.

La resistencia genética es otro método de manejo, donde ciertas variedades de plátanos y bananos muestran una resistencia parcial a la Sigatoka negra. Sin embargo, estas variedades difieren en características como apariencia, tamaño, sabor, textura y madurez poscosecha.

En casos de alta presión de inóculo, se puede recurrir al control químico utilizando fungicidas. Sin embargo, su uso debe ser justificado y supervisado para evitar impactos negativos en la salud y el medio ambiente. Se recomienda aplicar fungicidas después de realizar prácticas como el deshoje y la cirugía, alternando diferentes modos de acción y utilizando aditivos para mejorar la efectividad de la aplicación. Además, es importante realizar las aplicaciones en horarios adecuados y utilizar elementos de protección.

En resumen, el manejo de la Sigatoka negra involucra un enfoque integrado que combina el control cultural, la resistencia genética y, en casos necesarios, el control químico. Es importante implementar prácticas sostenibles y tomar precauciones para minimizar los impactos negativos en la salud y el medio ambiente.

Fuente: fao.org